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LA EMPATÍA, UN MECANISMO NATURAL DE SIMULACIÓN

El cerebro humano está compuesto, entre otros, de un complejo estructural de simulación que se asemeja en gran medida a los sistemas informatizados de Realidad Virtual. Además de permitirnos pensar en que pueda existir vida en otros planetas, o diseñar elementos muy sofisticados que mejoran nuestra calidad de vida, el cerebro hace posible la simulación de los estados mentales de las personas que están a nuestro alrededor con el único objetivo de identificar y comprender mejor sus comportamientos.


Esto significa que podemos asociar las acciones de los demás con intenciones y

emociones concretas, dándoles un sentido en un contexto dado. Nuestra capacidad para ponernos en el lugar del otro es imprescindible para planificar comportamientos estratégicos en los que es necesario anticipar las conductas de los demás.


Por eso, somos capaces de predecir sucesos próximos y actuar en

consecuencia. ¿Y esto por qué es importante? Porque conseguimos reducir los riesgos de salir perjudicados y además, aumentamos nuestras probabilidades de adaptación a las situaciones que nos encontramos en nuestra rutina y quehacer habituales.


Las encargadas de realizar esta función de simulación son las denominadas Neuronas Espejo, que tienen la fascinante característica de comunicarse entre ellas y con el resto de las estructuras del cerebro mientras estamos realizando una conducta concreta, pero

además (y esto es lo realmente alucinante) perciben la acción que está llevando a cabo otra persona ajena a nosotros mismos. Para que todos lo entendamos, transforman la información percibida de tal manera que nos permiten reproducir los estados mentales de los otros mientras, ellos y ellas, están ejecutando sus propias acciones.


¿Y sabéis lo mejor? Las Neuronas Espejo se pueden entrenar con la experiencia y con el aprendizaje de comportamientos complejos. Por lo tanto, cuanto más rico y mayor sea nuestro repertorio de conductas aprendidas mejor preparado estará nuestro sistema espejo para sincronizarnos con las personas que llevan a cabo esas conductas que ya dominamos.


Por eso, este concepto de Empatía es tan crucial, porque implica entender el comportamiento global del otro para poder interpretar su estado de ánimo, debido a que las emociones influyen y determinan las conductas propias y ajenas, tanto o más que el pensamiento lógico.


El ser empático/a se viene desarrollando desde los primeros meses de vida, gracias al aprendizaje vicario o por observación e imitación. Este tipo de aprendizaje surge de manera inmediata e inconsciente, consiste nada más que en ver y copiar la conducta del

otro.


Es por eso que esta capacidad para comprender la emoción del

otro y actuar en consecuencia sin que se necesite la participación de

las funciones cognitivas superiores, incluida el lenguaje, es fundamental para que nuestros hijos/as y nosotros mismos podamos tener una vida más satisfactoria. Sin la empatía probablemente no nos hubiera sido posible sobrevivir y mejorar como personas y como especie.

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