Si por algo se caracteriza septiembre es por ser el mes de las vueltas: vuelta al cole, al
trabajo, a las prisas y los horarios, las rutinas...En definitiva a la locura máxima. Si ya de
por sí despedirse de las vacaciones y volver la normalidad nos cuesta, este año la cosa
se complica con esta situación en la que nos encontramos.
El panorama en cuanto a la vuelta al cole es bastante difícil. Los colegios e institutos
están haciendo encajes de bolillo para poder dar la solución más óptima posible, y eso en la mayoría de los casos está suponiendo cambios de grupos, mezcla de cursos y
variaciones en los horarios y jornada, que las familias tendremos que apañar como mejor podamos intentando llegar a todo.
Esto podríamos encuadrarlo en la “logística” del asunto, pero, ¿qué hacemos para
manejar todas las emociones que están aflorando? Es muy probable que nos invada el
miedo, la incertidumbre, ante la imposibilidad de tener control sobre qué va a ocurrir
dentro de las aulas. Es posible que estemos familiarizados en parte con esto, ya que
muchos y muchas nos hemos enfrentado ya a dejar a los menores en algún centro, con
gente más o menos desconocida, sobretodo si no es el primer año que les escolarizamos.
Pero a todo esto ahora le añadimos la cuestión de, ¿estarán a salvo?, ¿llevarán
correctamente la mascarilla?, ¿habrá distancia?, ¿se contagiarán? Y es que después de
todos estos meses en los que hemos seguido sus pasos tan de cerca es normal sentir
miedo por qué pasará ahora y cómo se podrá controlar el virus.
Por otro lado esta la parte de, ¿qué haremos si le mandan para casa?, ¿cómo vamos a
gestionarlo a nivel laboral?, y otras cuestiones que pueden aumentar esa sensación de
nerviosismo e incertidumbre. Esto, sin duda, supone una fuente de estrés adicional a la unidad familiar al completo , y a la relación de pareja en particular.
En estos momentos en lo que todo parece tan incierto, es más importante que nunca
centrarnos en el presente y en lo que SÍ podemos controlar. Por ejemplo, no sé qué
medidas tomarán el resto de familias pero puedo controlar cuáles tomar yo. No puedo
prever si mandarán a mi hij@ a casa en algún momento pero puedo tener un plan B por si eso ocurre y así estar preparado.
Algo que se torna fundamental es compartir, sacar todo eso que nos ronda por la cabeza y nos preocupa, ya que si algo tiene esta situación es que nos afecta a todos y todas, a cada uno a nuestra manera. Tenemos que buscar apoyo en la pareja, familia o personas del entorno más o menos cercano que estén pasando por lo mismo. De esta manera nos ayudará a sentir que no somos los únicos a los que nos está pasando, y eso supondrá una forma de alivio.
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